La vida religiosa de los judios.

Fiestas
Las tres fiestas de peregrinación son las más importantes: reúnen al pueblo junto al templo y refuerzan la fe común.
– La fiesta de Pascua sobre la liberación del Éxodo. En esta ocasión acuden unos 200.000 peregrinos a Jerusalén. La tarde del 14 de nisán se inmola en el templo a los corderos que la familia come después de ponerse el sol. La fiesta se prolonga durante 8 días. Se celebraba a primeros o mediados de abril. Su fecha cambia, al igual que nuestra Semana Santa, a causa del calendario lunar. Coincidía con la primera luna llena de primavera.
– Pentecostés, 50 días más tarde, fue primero la fiesta de la cosecha, pero pasó a ser luego, en la época de Jesús, la celebración del don de la Ley en el Sínaí, fiesta de la alianza y renovación de esa alianza. Se celebraba a finales de mayo o primeros de junio, dependiendo de la fecha de la Pascua.
– La fiesta de las Tiendas o de las Chozas es la más espectacular. Para recordar la estancia en el desierto, cada familia se hacía una choza de ramaje en los alrededores de la ciudad. Se celebra a mediados de octubre.
La Ley, El templo de Jerusalén era el otro polo de la vida judía. En él se celebraba a diario el culto a Yahvé y los sacerdotes ofrecían los sacrificios. El templo significaba la presencia permanente del Señor en medio de su pueblo.
La Ley, dada por Dios a Moisés, debía ser explicada y adaptada a las circunstancias cambiantes de la vida. Ello dio lugar a la Ley oral o tradiciones de los padres. El trabajo de interpretación y adaptación de la Ley fue realizado por los escribas o doctores (verdaderos teólogos y juristas). En tiempos de Jesús muchos pertenecían al partido fariseo y gozaban de una gran autoridad ante el pueblo.
El sábado
El sábado es, con la circuncisión, la práctica más sagrada. Era el día dedicado a Dios y al descanso. No se podía trabajar, ni llevar encima más de medio kilo de peso y sólo se podía caminar alrededor de un kilómetro.
La sinagoga
Era el lugar de reunión de los judíos para la oración y el estudio de la Ley. Más aún que el templo, lejano para muchos y adonde sólo iban en las fiestas, es el lugar donde se forja la fe y la piedad del pueblo. La ceremonia se dividía en dos partes: primero el Shemá, que terminaba con una bendición. Después se hacía la lectura de la Ley, iluminada por un texto de los profetas, y seguida por una homilía.

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